Galileo (parte 3)

Galileo escribió su famoso libro “Dialogos sobre los dos máximos sistemas del mundo, Tolomeo y Copérnico”, y es famoso pues es el que le dio problemas con la Inquisición. El libro consta de 3 personajes, Salviati (Galileo, el listo), Sagredo (el lector, sentido común), y Simplicio (el no muy listo) que discuten acerca de los modelos de Tolomeo y Copérnico. Son 4 jornadas en las que se reúnen. La primera jornada discuten de por qué están mal los filósofos griegos en cuanto al geocentrismo, en la jornada 2, discuten de las razones por las que no se aceptaba a Copérnico y soluciones, la tercera hablan de razones por las cuales apoyar a Copérnico. Ahora, estas 3 jornadas son una preparación para destruir por completo el geocentrismo y que se acepte a Copérnico. El problema para los científicos de hoy es la cuarta jornada, en la que Galileo habla de una idea que tenía pegada y que simplemente no le atinó a las razones: las mareas. Kepler ya había dicho que se ocasionaban por la Luna, pero Galileo no dice eso, Galileo se saca sus rollos raros que simplemente no están en lo correcto.

Hasta ahí, no hay problema, el problema con la Inquisición fue que al final, Galileo de alguna manera hace creer a todos que Simplicio es la Iglesia y pues eso no le agradó mucho a la Inquisición. Así que lo mandan llamar, empezando el juicio famoso.

Aquí hay que decir que realmente no lo torturan ni nada, bueno, no físicamente, al menos. Galileo para esto, tenía 69 años (aunque el jura ante la inquisición 70) y ellos sólo lo asustan para aplacarlo. Lo llaman y lo mandan a una casa muy bonita (no celdas ni nada) y lo dejan ahí mucho tiempo hasta que le explican que está ahí por sus libros. Primero Galileo se pone a la defensiva, no sabiendo de qué hablan. Para la segunda vez que va, dice que no sabe qué estaba pensando en ese momento, que ese no es Galileo, ya más asustadito. Así van jugando, le enseñan instrumentos de tortura, lo dejan mucho tiempo solo (pero cómodo) pensando y pues al final, ya roto Galileo, lo hacen abjurar que lo que escribió está mal, que él no es partidario de Copérnico, y que ya no volverá a escribir de Copérnico, también lo sentenciaron a prisión perpetua (en su casa).

Su famoso “Y sin embargo se mueve” es sólo un mito, pues Galileo estaba destrozado, además de que con inquisitores, digo, no es algo que Galileo haría. Galileo se vengó de una mejor manera, escribiendo.  Su venganza final fue la obra maestra de su vida, un libro que realmente fue gracias a ese sustito que se le dio, pues así ya no habló nunca más de Copérnico (no es que le quedara mucho tiempo de vida, tampoco). Ese libro, “Discursos y demostraciones en torno a dos nuevas ciencias” nos habla de la mecánica galileana que todos conocen de la secundaria (planos inclinados, caída libre) y además la otra ciencia es de los materiales.

Este libro es similar al otro, los personajes son los mismos y se reúnen para discutir. Lo novedoso es que introduce muchas matemáticas, es decir, además de texto explicativo pone proposiciones y demostraciones geométricas de las proposiciones y teoremas. Galileo ya antes había dicho que (este es el resumen de la frase): “Las matemáticas son el lenguaje de la naturaleza”,  aunque no lo había usado en sus libros anteriores.

El libro se publica gracias a que Galileo recibía visitas, y en una de esas sacaron el libro. Después, cuando Galileo tenía 77, muere. Es enterrado en una tumba muy hermosa en la iglesia de la Santa Cruz en Florencia, en donde también está Miguel Ángel. En su tumba están de alguna manera sus pasiones, la astronomía y la geometría. Y así se va uno de los grandes científicos, cuyas enseñanzas siguen siendo importantes y lo seguirán siendo.

Galileo (parte 2)

Nos habíamos quedado con Galileo acabando de escribir su libro “Siderus Nunci” en donde Galileo nos presenta sus observaciones telescópicas, y defiende el copernicanismo dando la prueba definitiva de que el sol no gira alrededor de la Tierra, las fases de Venus. Esto no se aceptó de inmediato, los astrónomos conocedores cambiaron, pero faltaban todavía varios por cambiar. Este libro se lo dedico a Cósimo II de Medici, llamando a las lunas de Júpiter los planetas mediceos. Lo alaba de una manera impresionante, lo cual le aseguró una parte en la corte como matemático y filósofo.

Nos acercamos a la primera parte del juicio de Galileo. Él es famoso por su juicio ante la inquisición y sus palabras (mito falso, por cierto) de “sin embargo se mueve”. Primero que nada, Copérnico para este punto no estaba vetado por la iglesia, realmente ni le prestaban atención.  Galileo se empezó a pelear con varios jesuitas que hacían observaciones con su telescopio, pues quería ser Galileo el que hiciera los descubrimientos, no otros, sin embargo quería que todos lo aceptaran. Empezó a hacer enemigos y entonces fue cuando la iglesia empezó a poner el ojo en Galileo, y en Copérnico. Mandaron llamar a Galileo y le dijeron que ya no publicara de Copérnico, mientras que Copérnico fue puesto en la lista negra. Galileo salió ileso y ni le prohibieron alguno de sus libros. Sólo le pidieron que tuviera más cuidado.

Galileo empezó bien, no hizo publicaciones, se portó bien. Pero hubo un cometa y Galileo tenía que escribir de ello. Para no ir contra la iglesia, lo publicó bajo el nombre de un amigo suyo, a pesar de que era evidente que era Galileo. Un jesuita, siguiéndole la corriente, hizo un tratado en contra del de este amigo de Galileo bajo el nombre falso de Orazio Grassi. Galileo, enfurecido, publicó un libro, ahora sí con su nombre, en el que destrozaba a Grassi. “Il Saggiatore” se llamaba. El libro más que nada trata de filosofía y del método científico, haciendo una innovación en la ciencia, experimentar para ver la realidad, no sacarse todo de la manga y conjeturar de manera extraña. En este libro, la mitad es el escrito de Grassi y la otra mitad es la contestación de Galileo a cada parte del escrito.

Publicó este libro pues había un nuevo Papa, el Papa Urbano VII, Maffeo Barberini, para los cuates. Barberini era inteligentísimo, interesado  en la ciencia, y básicamente todo lo que Galileo necesitaba para que lo dejaran en paz, o eso creía (si, Barberini era así, pero una sola persona no puede defender a Galileo). Aquí Galileo comete el error que le costará su segundo juicio, el famoso. Ya pensando que había libertad, escribe los famosos “Dialogos sobre los dos máximos sistemas del mundo, Tolomeo y Copérnico”. No pone el de Tycho pues Galileo detestaba Tycho y realmente no podía decir mucho del modelo. Este libro consta de 4 jornadas, en las que se reúnen 3 personajes inventados por Galileo. Salviati, que representa a Galileo (el listo), Sagredo, que el público (el preguntón con sentido común) y Simplicio, el no tan listo, y una representación de los enemigos de Galileo.

Tanto de este libro como del juicio famoso de Galileo les hablaré la siguiente vez.

Galileo (parte 1)

Hoy les hablaré de un amiguito de todos, Galileo.

Galileo Galilei nació en 1564 en nuestra deliciosa (por la comida) Italia. En Pisa, una región de la Toscana conocida gracias a su torre inclinada. Menciono esto por la famosa (y falsa) historia de Galileo y de que tiró objetos. Ahora, todos conocemos esa historia, Galileo, por probar que Aristóteles estaba mal ya que decía que los objetos caían según su peso, tiro algo pesado y una pluma. Esto es falso, pues (y Galileo lo sabía) por la resistencia del aire si se notaría diferencia.

Su padre fue un músico conocido llamado Vincenzo y su mamá Guilia. Su papá es realmente de quien se habla, pues es de quien aprendió mucho. Galileo tuvo una infancia, pues, normal. No traumática como la de Kepler o Newton, simplemente placentera y disfrutable. Su familia tenía dinero y muchos libros, además de que su papá le enseñó música a Galileo y Galileo tuvo con qué aprender ciencia. Era un chico brillante, y con una personalidad no loca (hablo después de conocer a Kepler).

Estudió varias cosas a medias en varios lugares, hasta que se decidió por la ciencia. Digo, era tan culto para este punto que hizo un escrito del análisis del infierno de la Divina Comedia (la de Dante).  Fue maestro de matemáticas en la universidad de Padua. Hasta ahorita pues no es muy importante, aunque ya está haciendo su nombre. Es en este periodo donde hace su mecánica, pero su libro fantástico de mecánica viene mucho después.

Lo que lo volvió famoso fue el telescopio. Muchos creen que Galileo lo inventó, pero no, él no lo inventó. Galileo se enteró de unos holandeses que construían los telescopios, y decidió copiarles. Era una persona sumamente talentosa con las manualidades y a prueba y error logró hacer un telescopio. No sabía cómo funcionaba, pero lo hacía, y eso le bastaba. Se lo presentó al Senado como su telescopio (con “su telescopio” se refería a que era suyo como es mío este juego de pokémon, aunque yo no lo haya creado).  El telescopio pues tenía muchas aplicaciones para el senado, en especial en Venecia para ver barcos a lo lejos, o cosas así. Galileo lo que hizo es ver las estrellas. Esto tampoco es nuevo, pero es Galileo quien hace constante estas observaciones.

Aquí va otra cosa de la personalidad de Galileo. Galileo lo que quería era él observar el cosmos, y se enojaba si alguien más lo hacía. Quería que aceptaran el telescopio (e incluso jesuitas lo hacían, a pesar de que era un telescopio no muy bueno a comparación con los de ahorita) pero no observarán el cielo, sino que sólo se llevara Galileo el crédito. Observó grandes y muy importantes cosas. Las lunas de Júpiter son unas.

Aquí antes de seguir con las observaciones de Galileo les hablaré de historias divertidas. Primero que nada, déjenme les cuento que Galileo sus observaciones las veía, lo ponía en una frase que hacía anagrama y publicaba el anagrama. Luego checaba las observaciones y después de que estuviera seguro, revelaba lo que los anagramas decían. Por supuesto, nadie se ponía a checar los anagramas, más que una persona, ¿quién creen? KEPLER! J Nuestro perrito sarnoso se ponía a descifrar los anagramas de Galileo. Recuerdan que en la parte 2 de Kepler… les platiqué de la otra carta, pues aquí les contaré más. Galileo le mandó un libro del cual hablaré en un ratito a Kepler para que le diera su opinión. Kepler, tan genial, le envía una carta a Galileo diciendo que está fantástico, creyendo cada observación, pues es de su amigo Galileo, en el cual ha estado pensando todo este tiempo. Eso ayuda a Galileo, pues Kepler era el matemático imperial de Praga, y pues eso lo pone en el mapa. Bien, pues Kepler se ponía a resolver los anagramas de Galileo, no atinando, pero puso algo que me fascina (y que fíjense qué chistoso). Galileo observó las fases de Venus, y en el anagrama (claro, esto ya está como debería) Galileo lo dice como: “La madre del amor emula las formas de Cynthia”. Kepler lo interpretó como “Júpiter tiene una mancha roja que gira matemáticamente” WOWWWW!! Kepler le atinó!! (sí, soy fan de Kepler). Por cierto, Kepler, cuando se entera de las Lunas de Júpiter dice (y aaaww, hermoso) que hay vida en Júpiter, lo afirma, pues si la Luna en la Tierra es el espectáculo hermoso que es, entonces con 4 (es que había visto sólo 4 Lunas) será precioso, y tiene que haber alguien que disfrute ese espectáculo. También dice que por simetrías, como la Tierra tiene una Luna y Júpiter tiene 4, Marte tiene 2 (así, afirmando, y pues, le atinó).

Ok, regresando a Galileo después de la pausa de mi amiguito Kepler, Galileo también observa los anillos de Saturno, diciendo que son como orejas. Como ya dije, observa que Venus tiene fases. Ahora, ese es el más importante, pues esa es la prueba definitiva de que Ptolomeo está mal y Copérnico va por buen camino, y entonces Galileo hace su libro “Siderus Nuncius” (el mensajero sideral) en el que habla de sus observaciones y de esto, afirmando la veracidad del copernicanismo.

Por ahora no pasa nada, pero como les contaré en la siguiente entrada, Galileo empezará a hacer unas cuantas cosas que enojarán a la inquisición.